Las personas tienen muchas cosas por decir, por comentar, por comunicar, por gritar.
Hablar es una terapia increíblemente potente para sacar estas cosas, articularlas, verbalizarlas, entenderlas o verlas de manera diferente... para conocerse a si mismo, para avanzar, para aprender, para crecer.
A veces me encuentro con personas que tienen un ritmo y una cadencia tan imponente de habla que me quedo como mareado, ebrio, arrasado, llevado por su marea verbal...
Su habla no les permite avanzar, no se ve como un
aprendizaje...Más bien lo contrario...
Las personas que hablan mucho, con un ritmo sostenido e hipnotizante, muchas veces no están aprendiendo ni descubriendo nuevos horizontes o contextos suyos....
Sus palabras, sus historias se han convertido en su prisión. Se están contando historias que les encierran en sus creencias, en sus interpretaciones, en el inmovilismo, quizás en el victimismo...
Sus palabras son como una llamada de auxilio, un grito de impotencia frente a una situación de la que les cuesta salir.Y parece que mientras se queden en sus historias no consiguen cambiar o evolucionar...
Tu no eres tus historias. Tus historias no son tú.
No te definen como persona.
Yo te veo una persona creativa, potente, completa.
El silencio tiene más que decirte que estas historias, que estas auto justificaciones.
No te juzgues. No te justifiques.
Perdónate. Confía en ti.
Escucha el silencio.
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