Un manager es potente y eficiente cuando actua desde el ser. Cuando es él mismo, auténtico. Lo es aun más cuando actua con empatía, con respecto, con amor. Amor por lo que hace, por estar allí, por su equipo, por las personas.
El tema se complica en que todo no se puede hacer con amor. Cuando un miembro en tu equipo no está al nivel que tendría que estar o crea conflictos, esta capacidad en saber animar y motivar con empatía a tu equipo se puede volver en una falta de coraje para ver las cosas tal y como son, en tomar decisiones que necesitan tomarse.
El manager termina pagándolo en sus resultados, con su tiempo y su credibilidad, porque va a luchar para colmar las insuficiencias de estas personas que no están a la altura. Al final va a pagarlo él. Nadie más.
El manager necesita entonces volver a centrarse en si mismo, en sus objetivos y metas y en los medios para cumplir con ellos. Una parte importantísima de estos medios es su equipo.
El objetivo es tener un equipo que sea un alivio, que le aporte seguridad en el día a día, le permita ir más allá, sea complementario, sea inspirador. Sus capacidades como manager se verán multiplicadas porque podrá concentrarse en los temas estratégicos para su función o de interés para sus resultados y su crecimiento.
Los managers toman la presión por todos los lados. De sus jefes que le piden cada vez más, parece natural. El sistema es así. De sus equipos que pueden no estar a la altura de sus expectativas, ya es menos normal. No debería serlo a largo plazo. Algo no va.
Como managers es importante que seamos lúcidos sobre nosotros mismos y sobre los demás, sobre todo nuestro equipo. Lúcidos y responsables.
Se pueden lanzar muchas iniciativas para formar, gestionar, animar a tu equipo. Pero no hay milagros. Cuando un miembro del equipo no está y no puede estar al nivel requerido, hay que ser valiente y tomar la decisiones adecuadas.
Es la responsabilidad del manager.
El tema se complica en que todo no se puede hacer con amor. Cuando un miembro en tu equipo no está al nivel que tendría que estar o crea conflictos, esta capacidad en saber animar y motivar con empatía a tu equipo se puede volver en una falta de coraje para ver las cosas tal y como son, en tomar decisiones que necesitan tomarse.
El manager termina pagándolo en sus resultados, con su tiempo y su credibilidad, porque va a luchar para colmar las insuficiencias de estas personas que no están a la altura. Al final va a pagarlo él. Nadie más.
El manager necesita entonces volver a centrarse en si mismo, en sus objetivos y metas y en los medios para cumplir con ellos. Una parte importantísima de estos medios es su equipo.
El objetivo es tener un equipo que sea un alivio, que le aporte seguridad en el día a día, le permita ir más allá, sea complementario, sea inspirador. Sus capacidades como manager se verán multiplicadas porque podrá concentrarse en los temas estratégicos para su función o de interés para sus resultados y su crecimiento.
Los managers toman la presión por todos los lados. De sus jefes que le piden cada vez más, parece natural. El sistema es así. De sus equipos que pueden no estar a la altura de sus expectativas, ya es menos normal. No debería serlo a largo plazo. Algo no va.
Como managers es importante que seamos lúcidos sobre nosotros mismos y sobre los demás, sobre todo nuestro equipo. Lúcidos y responsables.
Se pueden lanzar muchas iniciativas para formar, gestionar, animar a tu equipo. Pero no hay milagros. Cuando un miembro del equipo no está y no puede estar al nivel requerido, hay que ser valiente y tomar la decisiones adecuadas.
Es la responsabilidad del manager.
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