Demasiada fuerza es contraproducente.
Intervenciones e instigaciones constantes no hacen un buen grupo. Echan a perder el grupo.
El proceso de conseguir un equipo eficiente es delicado. No puede ser empujado. No se consigue discutiendo o peleando.
El líder que trata de controlar el grupo por la fuerza no entiende el proceso del grupo. La fuerza le costará el apoyo de los miembros.
Los líderes que empujan piensan que están facilitando el proceso, cuando en realidad lo están bloqueando.
Piensan que están construyendo el espacio para un equipo con rendimiento, cuando en realidad están destruyendo la coherencia y creando facciones.
Piensan que sus intervenciones constantes son una medida de su capacidad, cuando en realidad este tipo de intervenciones son crudas e inapropiadas.
Piensan que su posición de liderazgo les da autoridad absoluta, cuando en realidad su comportamiento disminuye el respeto.
El líder sabio se mantiene centrado y anclado con los pies en la tierra y usa el mínimo de fuerza necesaria para actuar con eficacia.
El líder evita el egocentrismo y hace hincapié en SER más que en HACER.
Lao Tse: El Tao de Liderazgo
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